domingo, 17 de junio de 2012

"Ivi Cubit Lamia", la frase del demonio que rezaba.


En una catedral tan conocida como la de Notre Damme, el ataúd de un Abad estaba (y dicen algunos que aún está) vacío. Nadie sabía porque, pero aunque su cuerpo se cremó con su iglesia, aún existía un ataúd para el Abad Bertrand Voirdeu: sólo cómo un simbólico espacio vacío dentro de la fina piedra. Ex-Abad de Rouse Fleux, una ciudad que hoy está quemada hace casi 900 años, tuvo en un sueño la visión de una gran catedral, y pidió que cuando se construyera, que su tumba fuese colocada en el lugar. El Buen Abad era un dibujante maravilloso, y la fachada de Notre Damme fue puesta en un lienzo y donada, mientras él aún vivía, al tesoro real. Muchos años después, se descubrió la carta del Abad y el lienzo, y, tras largas tramitaciones burocráticas, el ataúd de piedra con vacío que representaba al Buen Abad que perdió la vida en el incendio de Rouse Fleux fue trasladado a la zona trasera del Cementerio de Notre Damme.
Años después, en 1702, los feligreses de la conocida catedral fueron atacados por una supuesta criatura con alas, torso de hombre y cuerpo de serpiente en vez de piernas, con una cara sin razgos y sólo una boca vertical llena de púas que hacían las veces de dientes. La criatura decía que quería oírlos rezar pues no podría escuchar una plegaria nunca mas después de pasado un mes. A pesar de las partidas de búsqueda encubiertas que se dispersaron por todo París para cazar a la criatura, durante un mes los ataques siguieron, forzando a pobres feligreses a recitar las plegarias que conocían hasta la salida de un sol que era siempre rojo. El día 31, la criatura se apareció al propio cura de la catedral. Ésta vez no sólo lo obligó a recitar durante toda la noche salmos, plegarias y cánticos, sino que además lo obligó a desenterrar el ataúd del Buen Abad, para finalmente hacerlo transportarlo hasta atrás del púlpito.
El monstruo le dijo al cura: -ve a hacer lo que debas hacer- y se metió en el ataúd. Cuando el párroco volvió con policías, religiosos, y demás testigos a ver el ataúd tras el púlpito, lo abrió y encontró el cuerpo de la criatura ya hecho huesos y cubierto por la luz mortecina y roja que se filtraba por los amplios vitrales y la puerta abierta de par en par por el miedo y el apuro, como si tuviese muchos años. Cuando volvió a cerrar vio la tapa, descubrió una inscripción entre la tierra que la cubría que lo llenaría de terror e iniciaría la zona de frases de nuestro blog.
En la tapa del ataúd del Buen Abad se leía, con hermosa caligrafía y con la letra del Abad la frase " Ivi Cubit Lamia". "He aquí el cubil del Lamia".
El Lamia era un demonio o monstruo griego con 2 facciones: la primera era la femenina, una ladrona de niños despechada, antigua amante de Zeus. La segunda, masculina, era llamada Lémur y era una criatura hecha del mismísimo caos.
Por ello, nuestra primer frase, nuestra representación es esa: "He aquí el cubil del Caos".



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